1672-1673. El preformismo en escena


Luego de la publicación de De formulatione ovi et pulli, la obra de Jerónimo Fabricio (1537-1619), Marcelo Malpighi (1628-1694) publicó, en 1672, sus conclusiones después de realizar un cuidadoso examen microscópico de los huevos de gallina. Malpighi sostenía que el desarrollo no es comparable con la construcción de una máquina a la que se le van agregando partes, sino que resulta del desarrollo de algo ya existente. Este concepto reforzó la errónea idea de la preformación germinal que daba por supuesto que el nuevo ser ya está completamente formado, que preexiste en estado minúsculo como "germen". Por lo tanto, no hay generación sino simple agrandamiento del germen que lleva lo microscópico a lo visible. Por otra parte, en 1673, el anatomista holandés Regnier de Graaf (1641- 1673) y el naturalista inglés William Needham (1713-1781) estudiaron cuidadosamente los órganos reproductores de los mamíferos. De Graaf particularmente observó los "huevos" después del coito en los conejos (animal que ovula después del coito) y la transformación de las "vesículas" presentes en los ovarios en cuerpos globulares, a lo que Malpighi denominó cuerpos amarillos. En realidad, lo que observaba no eran exactamente gametos sino los folículos ováricos, hoy conocidos como folículos de de Graaf. Pudo establecer, también, la diferencia entre esos "huevos" y los que surgen de la unión de células masculinas y femeninas. De Graaf fue acusado por Jam Swammerdam (1637-1680) de haber copiado sus ideas de otro científico que había propuesto algo semejante en 1665. Si bien de Graaf fue desagraviado por la Sociedad Real de Londres, murió poco después, afectado por este debate. Muchas de las conclusiones de de Graaf condujeron a interpretaciones erróneas que apoyaron la doctrina preformista. La doble autoridad de Malpighi y de Swammerdam le daba gran aceptación a la tesis preformista "ovista". Se produjo entonces una gran disidencia con respecto a este tema, ya que había adeptos al preformismo que sostenían una postura animalculista. Estas ideas se desarrollaron en el marco de la creencia de que la pequeñez podía ser infinita, propiciada por el uso del microscopio que empezó a mostrar lo que nunca se había visto y permitió relativizar la noción de tamaño.

Véase también: cap. 8