Antes del siglo IV a. C. Algunas ideas sobre la evolución (Anaximandro)
Mucho antes de los tiempos de Aristóteles (384-322 a. C.), en la Grecia Antigua existió una escuela de filosofía griega, la de los jónicos. Esta escuela, fundada por Anaximandro (611-547 a. C.), culminó con los escritos del filósofo-poeta latino Lucrecio (99-55 a. C.). Los jónicos desarrollaron una teoría atómica y posiblemente también, según algunos autores, una teoría de la evolución, ambas sorprendentemente similares a los conceptos actuales. El trabajo de estos filósofos, sin embargo, era en gran medida desconocido en Europa en el momento en que la ciencia de la biología, según la conocemos actualmente, comenzó a tomar forma. Anaximandro fue el primero que se planteó el problema del proceso por el cual las cosas derivan de una sustancia primordial. Tal proceso es la "separación". Las siguientes afirmaciones nos acercan a sus ideas: "La sustancia infinita está animada por un eterno movimiento, en cuya virtud se separan de ella los contrarios: caliente y frío, seco y húmedo. El nacimiento es la separación de los seres de la sustancia infinita. Esta separación es la ruptura de la unidad, que es propia del infinito, y la sustitución por la diversidad. Con la separación u origen de nuevos seres se determina la condición de los seres finitos: múltiples, diversos y oponiéndose entre sí. Por lo que se refiere a los hombres, no son seres originados de la naturaleza. No saben, en efecto, alimentarse por sí mismos; no habrían, por tanto, podido sobrevivir si hubieran nacido como ahora cuando nacieron por primera vez. Han debido, pues, originarse de otros animales". Anaximandro afirmaba también que los animales superiores habían surgido de los animales inferiores. Según sus escritos, "… las criaturas vivas surgieron del elemento húmedo al ser evaporado por el Sol. En el comienzo el hombre era como otro animal, a saber, un pez". El valor de estas afirmaciones radica en no acudir a fuerzas sobrenaturales creadoras, en admitir la posibilidad de cambios y en considerar también al hombre como producto de estos cambios. Por otra parte, aunque a través de mecanismos diferentes, Empédocles de Agrigento (493 a. C.-433 a. C.), también introduce ideas de cambio para explicar la diversidad e incluye la relación entre adaptación y supervivencia. Empédocles sostenía que los seres vivos se habían formado por la unión de distintas partes. El resultado de estas uniones era distintos tipos de criaturas, algunas viables y otras monstruosas que no podían sobrevivir. Tanto las ideas de Anaximandro como las de Empédocles adhieren a la concepción de que las formas vivas no son fijas, concepción que no sería retomada hasta el siglo XVIII.
Véase también: cap. 17