1759. El comienzo de la embriología moderna


El fisiólogo alemán Kaspar Wolff (1734-1794) estudió el crecimiento de las plantas y observó que el extremo de una planta que se desarrolla posee una estructura no diferenciada y generalizada que se especializa a medida que el organismo crece. Este principio se aplicó primero a vegetales y más tarde se extendió a los animales. Wolff adhirió a la idea de una especialización gradual y marcó el comienzo de la embriología moderna. La idea de que los órganos se forman a partir de una masa indiferenciada aparentemente ya había sido propuesta por Aristóteles (384-322 a. C.) y algunos científicos como Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788) ya habían adherido a esta postura. Los partidarios de la epigénesis sostenían que todos los seres vivos son idénticos en sus orígenes. Los trabajos de Wolff quedaron desconocidos por el mundo científico y recién fueron difundidos después de su muerte cuando J. F. Meckel (1761-1833) comenzó a traducir sus obras al alemán. Este científico, que apoyaba las ideas de Wolff publicadas en 1759, comparó con "hojuelas" los primeros rudimentos de los órganos animales. Sus ideas constituyeron un aporte importante a las concepciones modernas del desarrollo. El término "tejidos" y los estudios histológicos recién comenzaron a utilizarse en 1800. Fue el médico francés Marie F. X. Bichat (1771-1801) quien practicando numerosos autopsias observó que los órganos están constituidos por agrupaciones de células diferentes y llamó "tejido" a cada grupo de células semejante. En esta época también se estableció que los primeros fenómenos de desarrollo son una serie de divisiones sucesivas –proceso llamado clivaje o segmentación– que producen un conjunto de células, asociados en una mórula, seguido por la formación de la blástula.

Véase también: cap. 42