1894. Transformaciones homeóticas


A fines del siglo XVII, el zoólogo británico William Bateson (1861-1926) se dedicaba a estudiar malformaciones que aparecían en distintos animales. Bateson se interesó, especialmente, en defectos que aparecían en estructuras formadas por unidades repetitivas, como las vértebras que forman la columna vertebral, las distintas partes de una flor o los segmentos que constituyen el cuerpo de los insectos. Estas unidades repetidas muchas veces presentaban variaciones; por ejemplo, un segmento del abdomen de un insecto no es igual que uno de la cabeza. Éstas parecían ser variaciones sobre un tema central que se repite. Bateson quería descubrir cómo cada una de estas unidades adquiría las características que las distinguían de las otras. Bateson catalogó malformaciones en las cuales una porción de la serie se parecía a otro, como si uno se hubiera transformado en otro, o que habían adquirido la identidad de otro. Las malformaciones incluían, por ejemplo, una vértebra cervical que tenía las características de su homóloga lumbar o insectos cuyos segmentos torácicos habían tomado las características anatómicas de los segmentos abdominales. Bateson bautizó a este tipo de fenómeno "transformaciones homeóticas". En 1894 publicó un catálogo de las malformaciones observadas en su Materiales para el estudio de la variación. Allí concluyó que la evolución no podía ocurrir a través de la variación continua de las especies, sino que ciertas características distintivas aparecían y desaparecían súbitamente en plantas y animales. No mucho después de que Thomas H. Morgan (1866-1945) consagrara a la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster como el modelo animal para la genética, en la mosquita se encontraron varias mutaciones que producían transformaciones como las descritas por Bateson; por ejemplo, un segmento adquiría el aspecto de otro. Estas mutaciones se denominaron mutaciones homeóticas y los genes afectados se llamaron genes homeóticos.

Véase también: cap. 15