1753. Buffon y el concepto de reproducción
Durante el siglo XVIII se acumularon numerosas evidencias que ponían en duda tanto la preexistencia como la preformación. Las ideas de la preexistencia sostienen que todo ser vivo proviene de otro preexistente y son opuestas a la generación espontánea. La preformación también se opone a la generación espontánea, pero implica que cada ser ya está en el germen preformado y sólo debía ocurrir un aumento de tamaño. Incluye a los ovistas y a los animalculistas. Las observaciones microscópicas hechas en esa época revelaron que durante el desarrollo embrionario se producía la aparición secuencial de membranas, plegamientos y tubos que daban lugar a la formación gradual de los órganos. Por otra parte, el francés Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788), un importante naturalista de la época, considerando que si los gérmenes estaban metidos unos dentro de otros debían ser necesariamente cada vez más pequeños, planteaba, mediante cálculos matemáticos, la imposibilidad teórica de la existencia de partículas tan pequeñas. Fue también Buffon el primero en utilizar, en 1753, el concepto de reproducción en forma amplia. La reproducción se concebía como la capacidad de los organismos de producir seres semejantes, con lo que se constituye una cadena sucesiva de individuos que posibilita la existencia real de la especie. Así, estrechamente vinculada al concepto de especie, la idea de reproducción se consolida y se generaliza. Paralelamente, a partir de siglo XVII, con el desarrollo de la física, se comenzó a pensar que en el Universo existe cierto orden, cierta regularidad que obedece a "leyes naturales" que los científicos debían tratar de descubrir.
Véase también: cap. 41