1927-1933. Trabajos posteriores a Mendel
En 1927 surgió una importante herramienta de investigación cuando Hermann J. Müller (1890-1967), uno de los colaboradores de Thomas H. Morgan (1866-1945), encontró que la exposición a los rayos X incrementa en gran medida la tasa o velocidad a la que ocurren las mutaciones en Drosophila. Otras formas de radiación, como la luz ultravioleta y ciertos agentes químicos, también actúan como mutágenos o agentes que producen mutaciones. Aplicando el descubrimiento de Müller, se comenzó a inducir mutaciones en las moscas del laboratorio y así se fue acumulando un número creciente de mutantes en la colección de Drosophila de la Universidad de Columbia. En consecuencia, se pudieron realizar cruzamientos entre moscas que se distinguían en más de una característica. Los experimentos con mutantes inducidos de Drosophila proporcionaron datos importantes. Al mismo tiempo que se realizaban los primeros trabajos sobre Drosophila en el laboratorio de Morgan, los experimentos y las observaciones de otros investigadores también confirmaban y extendían los principios de Gregor Mendel (1822-1884). En una variedad de otros organismos, incluidos los seres humanos, se descubrieron los alelos dominantes y recesivos de muchos genes. Sin embargo, a medida que avanzaba la edad de oro de la genética, los nuevos estudios mostraban que los patrones hereditarios no siempre son tan simples y directos. Si bien los principios mendelianos constituyen la base para predecir los resultados de cruzamientos simples, las excepciones, aunque no invalidan las leyes de Mendel, son abundantes. Este hecho no es sorprendente si se recuerda que Mendel había seleccionado cuidadosamente ciertas características para su estudio y usó sólo aquellas que mostraban diferencias bien marcadas. Sabemos que, durante el entrecruzamiento meiótico, las cromátides homólogas intercambian fragmentos entre sí. Sin embargo, a veces los cromosomas sufren roturas espontáneas y se pierden, o intercambian fragmentos entre cromosomas no homólogos, y se producen alteraciones cromosómicas estructurales que originan cambios en el orden de los genes y patrones hereditarios alterados. La evidencia citológica para estas alteraciones en la estructura cromosómica provino del estudio de los cromosomas gigantes descubiertos en 1933 en las glándulas salivales de larvas de Drosophila.
Véase también: cap. 8