1771. Se propone que los vegetales purifican el aire dañado por la combustión (Priestley y sus experimentos)
El siguiente avance en el conocimiento sobre la nutrición vegetal provino de estudios sobre el proceso de combustión, un tema que intrigaba no sólo a los alquimistas medievales, sino también a sus sucesores, que establecieron los fundamentos de la química moderna. Uno de los problemas fascinantes acerca de la combustión era que, de alguna manera, "dañaba" el aire. Por ejemplo, si se hacía arder una vela en un recipiente cerrado, la llama pronto se extinguía; si luego se colocaba un ratón en este recipiente, el animal moría. Uno de los investigadores que se interesaba en los cambios producidos en el aire por la combustión era Joseph Priestley (1733-1804), un clérigo y químico inglés. El 17 de agosto de 1771, Priestley "puso un ramito de menta en el aire en el que había ardido una vela de cera y encontró que el 27 del mismo mes otra vela podía arder en el mismo aire". Priestley creyó, según su informe, que accidentalmente había descubierto un método de restablecer el aire que había sido dañado por la combustión de las velas. El "restaurador que emplea la naturaleza para este propósito –dijo– es la vegetación". Priestley extendió sus observaciones y mostró rápidamente que el aire "restablecido" por la vegetación no era "en absoluto inconveniente para un ratón". Estos experimentos ofrecieron la primera explicación lógica de cómo el aire permanecía "puro" y era capaz de mantener la vida a pesar de la combustión por incontables incendios y de la respiración de muchos animales. Cuando Priestley fue premiado con una medalla por su hallazgo, la inscripción decía en parte: "por estos descubrimientos estamos seguros de que ningún vegetal crece en vano... sino que limpia y purifica nuestra atmósfera". Los informes de Priestley acerca de que las plantas purifican el aire fueron de gran interés para los químicos, pero pronto suscitaron críticas, porque los experimentos no se pudieron confirmar. De hecho, cuando Priestley trató de repetir los experimentos personalmente, no obtuvo los mismos resultados. Actualmente se piensa que es probable que haya trasladado su equipo a un rincón oscuro de su laboratorio y dado que la velocidad de fotosíntesis depende de la intensidad de luz, la cantidad de oxígeno desprendido debió ser menor.
Véase también: cap. 6